Cuando uno se sumerge en una ciudad se va dando cuenta de que, a la larga, todo lo que va descubriendo y aquello que se encuentra, son al final un cúmulo de piezas de un gran puzzle que define perfectamente esa ciudad. Y en esas estoy yo, intentando descubrir el puzzle que me depara Río, descubriendo poco a poco cada rincón y lo que suele ser más importante y más difícil, descifrando el lenguaje de la ciudad. Porque el lenguaje de una ciudad hay que descubrirlo como una poesía, verso a verso y estrofa a estrofa. ¿Será Río mi serventesio o será mi cuarteto? De cualquier forma, será toda una aventura averiguarlo.
Por ahora tengo pocas piezas en el puzzle, no os voy a engañar. Cualquiera pensaría que llevando dos semanas aquí, ya puedo hablar sobre todos aquellos lugares que alguna vez vimos en reportajes, fotos o documentales. Ningún parecido con mi realidad. Volveré a entonar la canción del trabajo, esa canción que practico de lunes a viernes e incluso algo el fin de semana y que envuelve casi todo mi tiempo. Afinando los instrumentos y haciendo recitales. Después de cada ensayo y cada puesta en escena, poco tiempo queda para el dominio de las calles que me rodean, pero siempre aprende uno, quiera o no quiera, a la fuerza. Y ahora entenderéis el por qué, el primer ejemplo que justifica esta afirmación tiene que ver con un día de trabajo, ¡cómo no!
Y es que ayer me levanté pronto, tenía una reunión importante a las 10.30 y quería estar listo para ella, preparar todo aquello que tuviera que llevar, no sea que se me olvidara algo, tuviera que volver al apartamento y me viniera a la cabeza la ya famosa frase en mi casa, que mamá con tanta sorna le encanta decir: "¡Ya está este niño aquí! ¿Qué se te ha olvidado esta vez?". Pero no mamá, esta vez no se me olvidó nada, fui un chico Palmer, con lo que ello conlleva, zapatos en regla, pantalones debidamente planchados, camisa al pecho y todo lo que necesitaba en el maletín. ¡Qué bien empezaba el día!
Y con estas bajé a la calle y, no había llegado ni al portal, cuando ya estaba sudando por cada poro de mi cuerpo, como ya todos sabéis tengo un pequeño defecto de fabricación en referencia a mis glándulas sudoríparas. Pero, como os iba diciendo, estaba yo en la calle y comencé a buscar un taxi de forma agónica debido a ese sudor que corría cada centímetro de mi piel y, fue entonces cuando me llegó la primera pieza del puzzle. A cada taxi que llamaba para que me recogiera, el conductor del mismo me hacía el signo del "charlatán", ¿pero como podía saber sin verme que lo soy? Para el casi 100% que no entendió el chiste, imaginaros a esos jugadores de fútbol que se enfrentan y uno le hace el gesto al otro de "hablas mucho" con la mano, es como si fuerais Carmen y sus muñecos, pero sin muñecos, sólo moveríais la mano. En resumen, porque si no lo habéis cogido ya es que no sois dignos de este blog, que yo me quedé perplejo hasta que caí en la cuenta de que era el gesto para decir: ¡OCUPADO MACHO! La verdad que el gesto para mí es cómico y, no se si será algo generalizado, pero al menos 4 ó 5 taxistas me lo hicieron hasta que me cogió uno y este mismo taxista lo hizo un par de veces durante el trayecto. Dato: casi todos los coches aquí van con todas lunas tintadas y es difícil saber si va alguien dentro.
El segundo ejemplo, en este prometo ser breve, habla sobre la predisposición de los cariocas a montar una fiesta sin previo aviso, tanto si hay motivo como si no. Estaba yo el domingo tumbado en la cama a la hora de la siesta española, dopado tras dos filetes al estilo Contador en el Tour y de pronto, una música empezó a sonar cada vez más y más. Salí a la ventana y me encontré con una comparsa compuesta por un autobús descapotable donde había 3 personas cantando y delante del autobús, un séquito de gente bailando, tocando tambores y diversos instrumentos. La fiesta estaba montada. La gente se agolpaba al paso de la caravana musical. Si la primera pieza trataba del lenguaje típico de los cariocas, está claro que el segundo tiene relación con la pasión por la música, el baile y las ganas de disfrutar y vivir.
Como podréis suponer, este puzzle será de esos enormes, con muchísimas piezas que tendré que ir descubriendo, quiera o no quiera. En este caso me tocó encontrarme con dos piezas si darme cuenta, ¿y quien sabe que me encontraré mañana?
Algo bueno seguro, quiera o no quiera.
 
"Un Palmer", eres muy grande!!
ResponderEliminarEs en tu honor, por ser un señor y un ejemplo!!!!
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