La imagen más típica de Río de Janeiro es sin lugar a duda, pidiendo permiso al Cristo del Corcovado y al Pan de Azúcar, una persona haciendo ejercicio.

Como reza el título, Río es por excelencia la ciudad del culto al cuerpo. Absolutamente increíble. Todo ello se concentra por el paseo marítimo de Copacabana e Ipanema, en estos paseos existe una carril bici con dos sentidos donde la gente no sólo circula en bici, sino que patina, corre, trota o usa su monopatín.  Eso sí, el 90% de esa gente tiene una forma envidiable que te hace pensar, aunque sea por un segundo, que es fácil poder conseguir ese tono muscular. Sí, sí...podéis reiros todo lo que queráis, pero cuando uno ve a cada paso que da o mejor dicho, a cada zancada, un torso de semejante calibre; en lo único que piensa es en lo fácil que tiene que ser conseguirlo en Río, porque todo el mundo gasta uno. Ya hablando en serio, es alucinante ver a tanta gente durante cualquier hora del día, esté lloviendo o esté cayendo un sol del caralho, hacer ejercicio y es que siempre verás a gente corriendo o montando en bici. Simplemente, admirable. Hay que reconocer que ese ambiente te motiva y te sirve para unirte sin ningún complejo a la causa que les une, el culto al cuerpo.

Y en esas estoy. Después de mi paso por Inglaterra, donde llegué a correr una media de 10 km diarios con relativamente facilidad e, incluso cuando me gustaba a mi mismo, llegaba hasta los 15-18 km, llegó el tiempo del declive. Debo decir que soy un animal muy sencillo, de los más sencillos que pueden existir. Como me ponga a trabajar, en casa con mamá y papá cebándome con todo su cariño y su nevera repleta de todo tipo de alimentos "enriquecedores" y con un entorno que invita sólo a correr cuando alguien sospechoso se acerca por tu espalda, yo, al menos, no me animo a salir a correr más que esos días de primavera que uno llega y se dice, "¡Qué coño, voy  salir a trotar un poco a ver que tal estoy!" y como podéis comprender, estoy hecho una auténtica basura. Y así es el vaivén de mi vida, es decir, de mi peso corporal. Puedo pasar de los 95 kg, ganados con el sudor de mi frente y a costa de las tapitas con mi maricona* a los miserables 82 kg tras un año de ejercicio y dieta equilibrada en un país como Inglaterra y volver a coger en el mismo periodo de tiempo prácticamente el mismo peso, aunque esta vez me cuidé un poco más y sólo llegué a 92 kg, tampoco quise superar mi réord y llegar a los 99 kg de hace unos años. ¿Y todo este rollo para qué era? ¡Ah, si! Para decir que debido a la falta de compañía que por ahora tengo, vamos que estoy más solo que la una, a que puedo mantener el tipo a la hora de comprar nada pernicioso para mi materia grasa y que esta ciudad invita a salir y pegarte unas carreras e intentar ser uno más con torso firme y esbelto, estoy intentando retomar mi buen hacer de hace dos años y bajar, en cuanto sea posible, mis gramillos de más y poder hacer frente a la retirada de camiseta en la playa.
Como decía, Río invita a ser guapo, invita a sentirte guapo y obliga a ser guapo, porque aquí todo el mundo es...guapo.
Firmado,
David, er futuro guapo
*maricona: dícese de la cervita que David se toma con una pizquina de limón.
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario