martes, febrero 15, 2011

Jugando al Monopoly

Debo empezar esta entrada con unas disculpas. Disculpas por que aunque pocos, sois fieles seguidores a mi blog y desde hace un tiempo mi única entrada fue un triste vídeo realizado por mi persona y de dudosa calidad artística. Os estaréis preguntando muchos de vosotros, queridos lectores, el motivo de tal inesperada ausencia. La respuesta, sencilla. La explicación, no tanto.

Como reza el título de esta entrada, he estado inmerso en una partida de Monopoly. Una partida dura, con contricantes fuertes y con el peor factor en contra que se puede tener, el tiempo.

Pongámonos en situación. Estamos en la casilla de salida con nuestra ficha y unos dados, todo ello aderezado con un reloj de arena incesante, ruidoso al paso de los granos de arena. Un ruido que te se mete estrepitosamente en tus oídos y del que no puedes escapar. Ese reloj marca el final, el punto de no retorno. Como todo juego, hay que seguir una serie de reglas, impuestas por "Hasbro":

  • Presupuesto de 2500$Monopoly
  • Búsqueda de calles con edificación
  • Búsqueda en las casillas de color Azul y Amarillo
  • Tiempo: Antes del 20 de Febrero
Con todo esto, puede comenzar la partida. Ajustamos búsqueda por precio, demarcación y que estuvieran edificadas. Y me encomendé a la Diosa Fortuna con los dados. Con las primeras tiradas llegaron las primeras decepciones. Las calles por las que pasé estaban sin asfaltar y encontré aluminosis en las pocas edificaciones que allí había. La cosa se empezaba a torcer. Con el paso de las tiradas nada fue a mejor, incluso en alguna jugada los dados se pusieron en mi contra y me mandaron a calles que nadie querría llegar. Todo iba mal, muy mal. Calles en situación decadente, edificaciones con pésimo estado y todo a unos precios cada vez más en alza. El tiempo corría incesante, sin demora y cada grano de arena que pasaba por el angosto orificio que comunica ambas cámaras hacía mella en mi moral, como esas gotas de agua que caen una y otra vez sobre la roca provocando su erosión, su mella.. Pero en una última tirada, mi suerte cambió. Un golpe de muñeca sobre los dados bastó para alcanzar la casilla soñada. Todo encajaba y ponía fin a mi partida ferpecta, tras la cual sólo pude decir "Bien jugado David, bien jugado".

Querido lector, no pongas esa cara ante tal extraña historia. Puede que muchos os preguntéis sobre qué narices estoy hablando. Es fácil. Es simple. Es sencillo. Sólo tenemos que descifrar cual es la realidad que se esconde tras mis palabras. ¿Qué pensaríais si os dijera que las calles son una metáfora de un piso? ¿Y si os digo que los edificios son la metáfora de los muebles? ¿Pero que pasaría si os dijera que cada tirada de dados era una llamada telefónica? Evidentemente muchos ya, incluso sin dichas pistas, habrán llegado a la conclusión acertada. Mi partida de Monopoly se trataba simplemente de buscar piso en mi nueva ciudad, Río.

Muchos pensaréis que siempre es difícil encontrar piso, y más que le guste a uno, que se encuentre en las zonas que uno quiere y que se ajuste a su presupuesto. Tenéis razón. Pero me gustaría antes haceros partícipes de mi situación. Iremos por partes, para ser concisos y ordenados.
  1. Río es la 3ª ciudad del mundo en precio por metro cuadrado.
  2. Las calidades de las edificaciones de Río difieren ostensiblemente de las edificaciones de Europa. ¡De la Europa de los años 70!
  3. Mi empresa, en este juego llamado "Hasbro", marca un límite máximo.
  4. El número de pisos amueblados en Río es inversamente proporcional a sus ganas de bailar. Para los de la ESO, ¡no hay casi ninguno amueblado!
  5. El cariño que le ponen los antiguos inquilinos y las ganas de mejora de los propietarios es digna de mi mayor admiración, digo, INDIGNACIÓN. No queráis saber lo que he llegado a ver.
  6. Debido a muchos de estos factores, los propietarios piden un seguro fianza a través de una entidad independiente que puede alcanzar o incluso superar los 2.000€ anuales que, por supuesto, pagas tú. Los papeles superan la semana en realizarlos.
  7. Precisas documentos. Muchos documentos. El CPF (tipo DNI pero menos serio), declaración de impuestos de los dos últimos años y un fiador. FLIPALO.
Aunque podría seguir, lo dejaremos ahí. El resto os lo imagináis. Problemas de comunicación, seguridad, etc. Pongamos todo esto en una coctelera y pongamos que hay que resolverlo en unas 3 semanas. Visitando pisos de unos 1500€ al mes y que no querríais entrar ni con guantes estelerizados. Al final, uno sólo piensa en lo que sería capaz de hacer en Madrid con ese dinero.

Todo tiene trampa aquí señores. Lo único que tenéis que tener claro para buscar piso en Río es no hacerlo en verano y más cerca del Carnaval y, sobre todo, tener una paciencia infinita. Tranquilo, tú sigue tirando los dados, nunca sabes a donde te llevarán. Ríndete a la Diosa Fortuna y juega tus cartas.

Al final, como dije, mi suerte cambió. Encontré lo que buscaba, justo lo que buscaba y dentro de las reglas del juego. ¿Tuve una buena mano, o jugué bien mis cartas? Mejor no mezclar los juegos, ¿verdad?.

Seguiré tirando mis dados en esta aventura. Yo, por mi parte, me dejaré llevar por la corriente sin pasar por la casilla de salida.

1 comentario:

  1. David!! Me alegro de que por fin hayas encontrado algo que te guste. Espero que sigas informandonos y contandonos esas historias a las que al menos yo estoy enganchadííísimaaa!! ;)
    Anda, pon más fotitos del piso...
    Un abrazo,

    Mai

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