viernes, abril 01, 2011

Cuando las comparaciones no son odiosas, Búzios

Apolo, dios de de luz y el sol; la verdad y la profecía, hijo de Zeus y Leto, hizo su aparición para despejar todas las dudas, para despejar todas las nubes. Hacía ya un mes que la aparición de los rayos de luz era intermitentes e insuficientes, todo comenzó tres días antes del Carnaval y se mantuvo en esa incertidumbre hasta el miércoles por la tarde, fue en ese momento donde hizo aparición Apolo para despejar todas las dudas y todo el cielo carioca y así dejar camino libre para un fin de semana planeado en una de las zonas más reconocidas en el estado de Rio de Janeiro, Buzios.

En esta zona del globo, cuando la claridad gana a la tiniebla, cuando los haces de sol baten las nubes y se consigue un cielo azul y un entorno despejado, el cuadro que se presenta ante ti es simplemente asombroso, digno de cualquier museo y de foto obligada.

Siempre pensé que las comparaciones no son odiosas. No se quien dijo aquel refrán, pero creo que estaba totalmente equivocado en su afirmación. La comparación hace, a mi entender, mejorar a las personas, a los lugares, a los países y, en general, a todo; porque comparar es ver que está bien y que está por mejorar. Y, en este punto, en este país, en esta ciudad como en tantas otras en las que he tenido la oportunidad de vivir o cuanto menos visitar, uno no puede sino comparar con lo suyo, con lo que una ha mamado desde chiquitito y esto le lleva a valorar todo mucho más, tanto lo ajeno como lo propio. Comparar te hace ver donde tienes que mejorar tú o donde mejorar tu país o tal vez, sentirte orgullo de ti o de tu país. Por eso, en este viaje, no pude sino comparar cada rincón y llevarme gratísimas sorpresas como algunas pequeñas e insignificantes decepciones.

Todo empieza con la Rodoviária Novo Río. En este punto, situado en una de esas zonas de la ciudad que todo el mundo prefiere evitar según que horas, se encuentra la estación de autobuses central de Río de Janeiro, donde puedes coger un autobús hacia casi a cualquier punto no sólo de Brasil sino también de Argentina. En este caso nuestro destino era hacia el este, un lugar llamado Búzios, más allá de Niteroi.

Lo primero que uno se percata es de lo bien que se viaja en Brasil en los autobuses. Como digo, ni punto de comparación con España. Aquí, sitios amplios, anchos y con un asiento que se reclina lo suficiente como para descansar todo lo que precises en las tres horas, en este caso, que teníamos por delante. Un placer increíble. Y según me decían, no de los mejores que hay en el país, sencillamente genial.

Cuando uno llega a Búzios, al mismo centro de Búzios, lo primero que comprueba es una algarabía de gente que se arremolina alrededor del autobús con millones de folletos, papeles y cuentos chinos que contarte. No son más que los señores de las posadas, es decir, esta gente que se gana la vida con comisiones en ciertas posadas si consiguen que el turista, ya sea nacional o extranjero, se acomode en una de ellas. La verdad y tras ver su efectividad y el pueblo, os recomiendo tirar en plan aventura y visitar aquellas posadas que estén ubicadas por el centro y que más se adapten a vuestro bolsillo, planes de viaje y sobre todo a vuestro nivel de pulcritud. Y lo digo porque Búzios podría ser como una pequeña Ibiza, es decir, una población en la que tienes ciertas calitas y mucha fiesta, pero que por favor, nadie se lleve a engaño con este comentario, la distancia entre las calas y la fiesta con Ibiza es abismal, no penséis que se parecen ni de lejos, ya que se trata de una extrapolación que hice para que el lector ibérico pueda identificar el tipo de turismo al que me refiero.

Como decía, la ubicación de la posada puede ser más propicia para parejas que quieran tranquilidad y rayos de sol o puede ser más propicia para grupos de amigos que prefieran acudir al Café del Mar, Pachá o Privilege. Como digo, Buzios tiene para todos los gustos y se puede combinar playa y fiesta sin ningún tipo de problemas y a tan sólo de tres horas de viaje de Río de Janeiro. Porque Buzios, es un sitio que enamora a los enamorados, a los enamorados de las playas, a los enamorados de la fiesta o simplemente a los enamorados.

Pero como digo, es una zona muy entrañable, con un par de calles principales las cuales son paralelas y que están llenas de tiendas, bares, alguna discoteca y que engloba casi el 80% de la vida nocturna del pueblo. No os llevéis a engaño, Buzios no es barato, incluso me atrevería a decir que en temporada alta o fines de semana con uan climatología veraniega, los precios se disparan por encima de Río de Janeiro de forma bastante ostensible. En estas calles podréis disfrutar de una buena caipirinha o tomar un helado finlandés o comprar un reloj de diseño o acudir a un "a kilo", como digo, tienes de todo y en un entorno maravilloso de pueblo costero.

Entonces llega la mañana y con ella, el olor a mar; ese olor que tanto para los que somos de ciudad como para los que son de mar, nos envuelve, nos lleva a una calma infinita y que nos proporciona un relax que jamás se podrá comparar con un masaje o una sesión de yoga. No creo que haya nada mejor que ese olor a mar mientras paseas por el paseo marítimo a primera hora de la mañana en dirección a una de las pequeñas calas que este lugar ofrece. En mi opinión, no hay forma mejor de relajarse.

Entonces, y tras casi una hora de marcha y tomando ciertos caminos sinuosos, con cuestas y en algunos casos sin asfaltar o identificar, llegas a una calita, una calita que está tranquila y alejada del mundanal ruido y el bullicio de otras playas. Y aprovechas para descansar, relajarte aún más si es posible, tomarte un baño en un agua cristalina mientras divisas ante ti una postal maravillosa, una postal que te lleva lejos del estrés, del cansancio y de cualquier sentimiento negativo. Lo primero que sale de un españolito es "esto es casi como Menorca" y decimos casi por una sencilla razón, porque aunque Menorca tiene mejores playas, un agua más turquesa y por tanto más apetecible a los ojos; la distribución de la playa y sus comodidades se puedan asemejar a esta. Entre las cosas a mejorar, la limpieza (mal extendido en Brasil por desgracia) y lo que deberíamos copiar sería que aquí las tumbonas, sombrillas y servicio de personal de la playa tiene un coste de un 10% sobre tu consumición, no siendo dichas consumiciones más cara que la de cualquier pub del pueblo, algo que no sólo sorprende sobremanera sino que te proporciona un "subidón" moral cuando te percatas de ello que hace que si ya estabas en el paraíso, tu sensación se intensifique exponencialmente cuando te ves bajo una sombrilla baja la atenta mirada del sol en una tumbona y con una caipirinha en la mano, en ese momento te preguntas si hay alguna situación mejor en la que estar. Convirtiéndose en un momento incomparable.

Tampoco os voy a engañar, Búzios es un lugar precioso al que ir, pero si me tuviera que quedar con algún lugar pese a lo masificado del mismo, me quedaría con Menorca sin ninguna duda. Pero hay ciertas comodidades de este lugar que deberían ser imitadas en la pequeña isla balear, como el hecho de no sangrar al turista a cada paso y encarecer su visita de forma abismal.

Porque el mundo está lleno de comparaciones y porque es la forma de aprendizaje más antigua del mundo, sólo puedo decir que Búzios es un marco incomparablemente comparable, que no quiere decir nada más que cuando estás allí te sientes en una situación de paz, tranquilidad y disfrute sin igual, pero que no podrás evitar que te venga a la cabeza similitudes a otros lugares y ejerzas tu derecho de comparación.

De cualquier forma, para mí Búzios siempre tendrá un sitio privilegiado en mi memoria y espero poder visitarlo más, pues es un lugar que gracias al medio de conexión vía autocar que tiene y a lo que proporciona, es un digno lugar que visitar incluso en el día a modo de escapada del mundanal ruido, de la gran urbe y poder relajarte. Relajarte mental y físicamente y desconectar del mundo exterior, obteniendo una sensación incomparablemente comparable.

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