lunes, abril 04, 2011

Mi triángulo de oro

Cuando uno piensa en Río de Janeiro, lo primero que le viene a la mente además del ya manido Cristo del Corcovado y el Pao de Azúcar son los famosos barrios de Copacabana e Ipanema. Pero Río tiene más barrios, muchos más barrios que nada tiene que ver con con los ya citados de Copacabana e Ipanema y con ellos las famosas vistas desde la avenida atlántica. Todo parece paradisíaco, de cuento de hadas, de postal... pero la ciudad es mucho más que la imagen concebida a 10.000 km de distancia.

Todo el mundo, llegado este punto, pondrá sobre el tapete el tema de las "favelas", pero también lo asociará a los narcotraficantes. Nada más lejos de la realidad. Si tenemos en cuenta que en Río de Janeiro un sueldo normal, ya fuera de un albañil, camarero o de una de las tantas profesiones tan normales en otros países, es de no más de R$400; y que si a eso le sumamos que Río es una ciudad donde el precio por metro cuadrado es de los más altos del mundo, tendremos una idea de que en las favelas se agrutina mucho tipo de gente, de gente currante, de gente normal, de gente alejada de las drogas. Gente que se ha visto abocada a vivir en las laderas de los morros con casas de calidad precaria, en muchos casos construidas con sus propias manos porque sino, es imposible poder comprar o alquilar un piso y no sólo en los barrios de Copacaba o Ipanema, sino en casi todos los barrios de la ciudad. En Río, como ya avancé en un post hará ya casi 2 meses, es muy complicado encontrar un apartamento en condiciones y con precio razonable. Digamos que un apartamento de dos habitaciones puede estar en un precio aproximado a los R$2000 en condiciones óptimas. Esto os hará una idea de la situación de esta gente, mucha de la cual no tiene más remedio que dormir en aquellos pequeños rincones donde se puedan refugiar tanto de la humedad de la noche como, sobre todo, de la lluvia que cae abundantemente durante todo el año en Río de Janerio.

Pero dejemos este asunto para otra entrada que quiero hacer sobre la pobreza en uno de los mayores países emergentes del planeta. Hoy quería hablar de algo más agradable si me permitís. Hoy quiero hablar de mi barrio.

A la hora de encontrar apartamento tuve muchísima suerte, no sólo por el apartamento en sí, sino sobre todo por el barrio en donde se encuentra el mismo. El barrio comprendido entre Flamengo, Largo do Machado y Catete, es un barrio típico carioca. Alejado de los barrios ultramasificados por turistas de Copacabana e Ipanema. En mi nuevo barrio, puedes descubrir el verdadero ritmo de la ciudad carioca, de los verdaderos habitantes que pueblan esta ciudad. En definitiva, puedes descubrir el corazón de Río de Janeiro.

El ambiente que se respira es totalmente diferente al de Copacabana, y el nivel de personas por metro cuadrado es opuesto al de Ipanema. Por ejemplo, para aquellos que les guste hacer deporte o, cuanto menos pasear, encontrarán mucho más reconfortante realizar dichas actividades por la zona de Flamengo que por Copacabana. En mi opinión, el hecho de no ser atropellado a cada instante o poder disfrutar de correr o andar sin tener que regatear a la muchedumbre, es sencillamente alucinante. Por no hablar de las vistas. En Flamengo también tienes playa, también tienes mar, también tienes el Pao de Azucar además del Cristo y todo ello sumado al aterro, que en la zona de Flamengo se ensancha formando un pequeño parque ecuatorial repleto de palmeras, árboles, césped, canchas de fútbol y baloncesto, carril bici... y todo alejado del ruido de los vehículos, lo que hace de esta zona un entorno envidiable para despejar la mente y, como digo, descansar sin la masificación que conlleva estar en Copacabana.

Digamos que la zona formada por Flamengo - Largo do Machado - Catete forma tu triángulo carioca particular, donde encontrar buenos supermercados, buenas fruterías, buenos restaurantes, bien comunicado, cines, tiendas, bares cariocas, el aterro, la Praia do Flamengo y mil de rincones más por descubir.

Es el triángulo mágico de Río de Janeiro, mi triángulo de oro, mi triángulo de seguridad.

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