martes, mayo 17, 2011

echando la vista atrás

Llegada una edad, uno hace balance casi cada año de lo que ha conseguido y de si el camino que ha escogido es el correcto. En definitiva, de si uno es feliz. Para mi esa edad y ese momento llegó hace 5 años, tenía la tierna edad de 22 años cuando, una mañana, mientras contemplaba Monserrat desde mi habitación de hotel en Colbató, me di cuenta de que no era feliz, que la vida me había llevado por caminos que yo no había escogido y que tenía que dar un cambio de rumbo radical. Tenía una mochila que había llenado de ilusiones y que en poco tiempo había tirado a la basura, decidí recuperar esa mochila y dar un giro total. No sería fácil y, no podía saber si saldría bien, sólo sabía que tenía que hacerlo; sentía que por una vez tenía que tomar decisiones drásticas y que por primera vez, tenía que pensar sólo en mi.

Una vez ahorrado el dinero necesario, hice la aventura británica. No fue una decisión casual y carente de sentido, tenía muy claro el por qué, el cual era triple. Cambio radical de vida, aprendizaje de inglés y recuperar la experiencia Erasmus que nunca tuve. En un principio no fue fácil, nada fácil. Tras la carrera acabada y con un trabajo estable en una gran compañía donde me tenían en gran estima y donde podría prosperar, dejé todo y puse todos mis ahorros en esta aventura frente a muchas críticas. Pero a veces una persona necesita hacer algo, aunque parezca algo loco y fuera de toda lógica; en mi caso, necesitaba dar un giro, mirar las cosas con otra perspectiva y liberarme, sobre todo liberarme fuera del aire viciado y de la protección del hábitat que conocía.

Para resumir mi año en las islas, conseguí todos mis objetivos en 3 meses. No había llegado Navidades y no sólo había conseguido alcanzar el nivel de inglés que quería y precisaba, sino que había conseguido ser una persona nueva, con pilas nuevas y con fuerzas que creí haber perdido. Era el David que siempre había conocido, el David ambicioso y con fuerzas y no le dejaría ir. El año mejoró a cada paso y a cada persona que conocí y que tengo la suerte de tener a mi lado a pesar de la distancia. Todo había cambiado y mi vida había dado un giro inesperado, pero buscado.

Fue en Inglaterra donde descubrí lo que quería y sobre todo, lo que necesitaba. La suerte quiso que no pudiera encontrar mi camino en Londres como había deseado, y tuviera que retornar a España, pero con el convencimiento de que quería nuevos retos como el del último año. Nuevamente, la suerte quiso que al poco tiempo encontrara, pese a la crisis que ya nos acechaba, una trabajo que me daría la oportunidad que precisaba.

Desde entonces viajé en varias ocasiones a China, India, Turquía, Rumanía, Argentina, Suecia, Dinamarca, Francia, Alemania, Tailandia, Qatar...

Ahora me encuentro en mi mayor reto tanto a nivel personal como profesional, Brasil. Por ahora todo es positivo a pesar de los reveses que uno puede tener en los comienzos, pero estoy haciendo lo que quiero hacer y lo que es más importante, lo que necesito hacer. Me gusta no saber donde me llevará la vida y que tal vez mañana pueda estar en otro sitio haciendo algo que me apasione, me gusta pensar que lo que hago me llena de vida y que en el final del camino, está mi querida España.Pero aún no es el momento. Aún no.

Echo la vista atrás y recuerdo al niño bisoño cuya máxima preocupación era jugar en el patio del colegio con sus amigos al fútbol y que fantaseaba con lo que la vida la depararía. Espero que ese niño, cuando sepa lo que hice con su vida esté orgulloso y que sienta que hice todo lo que estuvo en mi mano por darle lo que soñaba con cada patada que daba al balón o con cada viaje mental que hacía en sus sueños. Porque pensamos en el pasado, vivimos en el presente y soñamos con el futuro y porque nunca es tarde para hacer borrón y cuenta nueva. Yo tardé casi 23 años y pese a los momentos duros mereció la pena, pero mi partida aún no ha acabado y no se lo que el mañana me deparará; por si acaso, duermo con mi mochila de ilusiones al pie de la cama por lo que pudiera pasar.

Madrileño pero orgulloso de ser originario de Antequera (Málaga) y de Herrera del Duque (Badajoz) y en los últimos años, un español errante.

3 comentarios:

  1. Me encanta que un día cogieras tu mochila y nos encontraramos en Inglaterra....Sé que puedes con Brasil y todos los retos que se te pongan por delante!
    Un abrazo!
    Andrés

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  2. Palmer....que sería de nosotros sin ese vuelo en Air Comet!!!!!! jajajajaj

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  3. allí empezó todo!! quién te lo iba a decir a si ni siquiera estabas seguro de mi nombre...

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